terça-feira, 5 de abril de 2011

II Jornadas de Pré e Proto-História da Faculdade de Letras da Universidade de Coimbra - 10

Paisaje y poblamiento en el II milenio a.C.: el Cerro del Castillo de Alange (Extremadura, España) y su territorio.

Ignacio Pavón Soldevila y David M. Duque Espino

(PRETAGU. Área de Prehistoria. Universidad de Extremadura)


Desde el estudio y publicación, por parte de H. Schubart, de los enterramientos de Colada de Monte Novo (Olivenza), el sur de la Extremadura española ha venido considerándose como una geografía de “difusión” de elementos puntuales de la “Cultura del Bronce del Suroeste”. Sin embargo, la propuesta que en esta comunicación se defiende es más bien la de su plena “integración”, en base a la documentación generada en las últimas décadas.

Los ítems materiales relacionados con dicha “cultura” ofrecen una distribución dispar por las diferentes comarcas badajocenses. Entre ellas, sin duda es la denominada Tierra de Barros la que acoge un mayor número de manifestaciones, contando con además con algunos de los pocos yacimientos que han sido objeto de excavaciones, como el poblado del Cerro del Castillo de Alange o la necrópolis de Las Minitas.

Como sucede en buena parte del Suroeste, los hábitats de la Edad del Bronce resultan muy mal conocidos. Si bien al Bronce Final puede adscribirse un conjunto creciente, al Bronce Antiguo y Pleno apenas puede llevarse el poblado del Cerro del Castillo de Alange; objeto de excavaciones discontinuas entre 1987 y 2006. Ubicado en un punto estratégico, en alto, en el tramo final del río Matachel, este sitio ha aportado –hallazgos casuales al margen– una secuencia estratigráfica amplia; suficiente documentación para reconstruir el paleoambiente y la paleoeconomía; y últimamente, sugerentes estructuras arquitectónicas que permiten hoy empezar a estudiar uno de los aspectos peor conocidos del Bronce del Suroeste, como es el urbanístico. Además, Alange ofrece un interesante contrapunto al poblamiento que se extiende por los barros (principalmente reconocible a través de agregaciones de cistas), y por la comarca de Mérida (con el campo de hoyos del Carrascalejo), permitiendo plantear nuevos elementos de discusión sobre la dinámica territorial y cultural en esta zona limítrofe del Suroeste.

Los diferentes trabajos estratigráficos nos permiten hablar hoy de una secuencia ocupacional que discurre desde el Bronce Antiguo y el Bronce Pleno al Bronce Final; distinguiendo en este punto la articulación de un Bronce Tardío (Bronce Final I de la secuencia local) y un Bronce Final Precolonial (o Bronce Final II). Si bien los ítems de la ocupación más antigua denotan puntos de continuidad con los que acompañan al campaniforme en el Calcolítico Final bajoextremeño, igualmente preludian las formas carenadas que se afianzan en el Bronce Medio. Éste, cabalmente, puede calificarse de “Bronce del Suroeste”, por la similitud formal de su alfarería y metalurgia con las que por el Algarve, Alentejo y parte de la Estremadura portuguesa –o la provincia de Huelva– se desarrollan. Más claro resulta, como elemento intrusivo y ajeno a las tradiciones locales o suroccidentales, el universo material del Bronce Tardío, con abundantes piezas decoradas de claro signo meseteño (horizonte Cogotas I), para las que –sobre todo a raíz de los hallazgos del Carrascalejo y del propio Alange– tal vez pueda plantearse un proceso seminal algo anterior. Por último, el Bronce Final, precolonial, ha sido reconocido en contextos estratigráficos sólo recientemente, si bien asociado a estructuras muy arrasadas.

A nivel paleoambiental y paleoeconómico, las diferentes disciplinas arqueobotánicas, y la arqueofauna, han permitido caracterizar al entorno alangeño como un espacio progresivamente antropizado. Una antropización relacionable esencialmente con la actividad agro-ganadera, personalizada tanto por la consolidación de una cabaña doméstica mayoritariamente representada, y diversamente explotada, como por el desarrollo de una agricultura cerealista complementada con el cultivo de algunas leguminosas.

Precisamente con el almacenamiento del trigo desnudo, ya limpio, se han relacionado los restos de un edificio parcialmente excavado en la campaña de 2005-06, que constituye la referencia hoy por hoy más visible y destacable de la arquitectura del Bronce Pleno de Alange. Se trata de un granero asentado sobre una terraza dispuesta en la ladera del sector de “La Solana”; construidos ambos con materiales locales; donde se guardaría el grano posiblemente en sacos. Compartiendo pautas constructivas con otros contextos habitacionales bien conocidos –entre otros– en el mundo argárico, constituye una de las más vistosas expresiones de la capacidad proto-urbanística de las gentes del Bronce del Suroeste. Sin embargo, el interés del granero de Alange puede ir más allá, sugiriendo a nivel teórico –dadas sus dimensiones y entidad suprafamiliar– prácticas de integración/redistribución que nos sitúan ante una sociedad de una cierta complejidad, del tipo “jefatura”, que otros hallazgos puntuales (como la orfebrería) parecen avalar.

No obstante, es la valoración de Alange en su territorio la que en mayor medida ayuda a ponderar esa teórica supremacía. En él, las necrópolis de cistas documentadas en contextos rurales (entre las que destaca la de Las Minitas, en Almendralejo) contribuyen a definir hábitats sincrónicos de menor entidad, en el llano, a priori volcados a actividades agropecuarias, y donde los ítems encontrados apuntan a menores desigualdades sociales. La convivencia de ambos tipos de yacimientos la entendemos en una estructura territorial jerarquizada, aunque son muchas aún las preguntas sobre su dinámica de funcionamiento. Pero Tierra de Barros, y su panorama relativamente complejo, no debió ser la única comarca vinculada culturalmente al Bronce del Suroeste; una entidad “arqueográfica”, de amplio desarrollo espacial y temporal, que muy posiblemente ofreciera diversas caras en términos socio-políticos y económicos.


Bibliografía básica:

Enríquez, J. J. y Drake, B. (2007), El Campo de Hoyos de la Edad del Bronce del Carrascalejo (Badajoz). Memorias de Arqueología Extremeña, 7. Mérida.

Pavón, I. (1998), El Cerro del Castillo de Alange. Intervenciones arqueológicas de 1993. Memorias de Arqueología Extremeña, 1. Mérida.

Pavón, I. (2008), El mundo funerario de la Edad del Bronce en la Tierra de Barros: una aproximación desde la bioarqueología de Las Minitas. Memorias de Arqueología Extremeña, 9. Mérida.

Pavón, I. (2008), La Edad del Bronce en la Tierra de Barros: nuevos hallazgos en el Cerro del Castillo de Alange (Badajoz). Nonnullus Revista de Historia, 3: 4-15. En: http://www.nonnullusrevistadehistoria.com/nonnullus-3/

Pavón, I., Duque, D., Pérez Jordà, G. y Márquez, J. M. (2010), Novedades en la Edad del Bronce del Guadiana Medio: intervención en el Cerro del Castillo de Alange (2005-2006). Actas del IV Encuentro de Arqueología del Suroeste Peninsular (J.A. Pérez y E. Romero, eds.): 442-462.

Rodríguez, A. y Enríquez, J. J. (2001), Extremadura tartésica. Arqueología de un proceso periférico. Barcelona.


El poblamiento del II milenio a.C. en la Baja Extremadura, en el contexto de la Edad del Bronce del Suroeste (indicios de poblados en amarillo; indicios de necrópolis en blanco)


El Cerro del Castillo de Alange (Extremadura, España): zonas de intervención arqueológica y hallazgos casuales

Almacén de la plena Edad del Bronce en Alange (Corte 9, sector de La Solana, 2005)

Tipología cerámica del II milenio a.C. en Alange (según las excavaciones de 1987 y 1993)

Necrópolis de cistas de Las Minitas de Almendralejo (Extremadura, España)

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